domingo, 26 de enero de 2020

SUSTRATOS PARA SEMILLEROS DE HORTALIZAS


SUSTRATOS

Los semilleros se pueden hacer con suelo, con sustratos orgánicos, con sustratos artificiales o con una mezcla apropiada de éstos. Siempre se debe lograr un sustrato con características físicas, químicas y biológicas propicias, que faciliten la germinación. Cuando el suelo para la producción de plántulas presenta condiciones impropias, como deficiencias de nutrientes, mal drenaje, poca retención de humedad, textura poco favorable para el desarrollo y funcionamiento de las raíces o presencia de plagas o enfermedades, es frecuente reemplazarlo por sustratos de origen diverso, que en alguna o en todas las fases de un cultivo permiten superar condiciones limitantes y acercar el sistema radicular de la planta completa a una situación óptima para satisfacer sus requerimientos hídricos y nutricionales.

Los sustratos pueden estar compuestos por elementos naturales o modificados por reacciones físicas y químicas, ser totalmente inertes o tener actividad química. La posibilidad de aprovechar como sustrato hortícola la diversidad de materiales disponibles en nuestro entorno está supeditada a un buen conocimiento de sus propiedades, ya que a partir de éste es posible saber el tipo de preparación que se requiere previo a su uso, sus aplicaciones y las técnicas de manejo pertinentes.
Es necesario tener en cuenta el contenido de nutrientes y algunas características químicas del suelo o sustrato que puedan afectar el buen desarrollo de las plántulas, por lo que el análisis físico-químico es una herramienta valiosa para conocer su composición.



Características de los sustratos

No hay un sustrato ideal que cubra absolutamente las exigencias de las plántulas, pero se pueden diseñar mezclas artificiales que incluyan materiales abundantes de bajo costo, fácil consecución y buena calidad. Para lograrlo se deben considerar varios aspectos:

§  La disponibilidad del material en el mercado.
§  La posibilidad de manipularlo y de mantener características adecuadas al humedecerse.
§  Su precio y el de la preparación.
§  Su descomposición a lo largo del tiempo y la posibilidad de reutilización (en cultivos).
§  Las características físicas: el tamaño de partículas, la porosidad y la retención de humedad.
§  Las características químicas: el pH, la capacidad de intercambio de cationes, la salinidad, la relación carbono/nitrógeno y el contenido de nutrientes.
§  Que esté libre de enfermedades, insectos y malezas.
§  Que tenga baja densidad aparente, es decir, que sea un material liviano con alto porcentaje de espacio poroso (>80%) y un volumen de aire a capacidad de campo mayor al 20%.
§  Que mantenga un volumen de agua fácilmente disponible mayor a 20%.
§  Que tenga un buen drenaje y capacidad de infiltración.
§  Que tenga buena cohesión entre partículas.
§  Que no tenga tendencia a la compactación.
§  Que alcance buen estado nutricional tanto de microelementos como de elementos mayores y tenga una acidez óptima.
§  En caso de su utilización en mezcla, que sea(n) fáciles de mezclar.
§  Que resista los cambios del ambiente, tanto físicos como químicos.

En semilleros que no utilizan sustratos artificiales para mejorar las condiciones físicas del suelo, especialmente la porosidad, se recomienda hacer una mezcla orgánica, cuya proporción dependerá de las características del terreno y de su nivel de fertilidad. En general, se recomienda la mezcla con 4:2:1: cuatro partes de tierra, dos partes de materia orgánica y una parte de arena. Esta mezcla puede utilizarse tanto para semilleros a campo abierto a ras de piso, como para la producción de plántulas en confinamiento. Además para favorecer un adecuado desarrollo de raíces, se recomienda la aplicación de un fertilizante rico en fósforo tipo roca fosfórica o superfosfato triple, el cual debe incorporarse homogéneamente a la mezcla antes de iniciar el proceso de desinfección del suelo, por el método de la solarización; de esta manera, se garantiza un adecuado nivel de fertilidad durante el proceso de enraizamiento.

Sustratos más utilizados

Compost: Son residuos orgánicos de estructura fina y descompuesta. Se usan excrementos animales, residuos de plantas, etc. Físicamente aumentan la aireación y el contenido de humedad y, químicamente, absorben los nutrientes evitando su lavado (nitrógeno y potasio) y liberando lentamente la solución en forma de nutrientes. El compost debe contener entre 35 y 50% de materia orgánica con relación al peso volumétrico, se emplea en mezcla con sustratos inactivos o inorgánicos como la turba, la perlita, la fibra de coco o la cascarilla de arroz.

El compost adicionado a la turba proporciona mayor aireación y reduce la retención de agua de la misma. Además, se ha comprobado que tiene efectos supresores a través de los organismos antagonistas que se desarrollan en él. Las altas temperaturas que se alcanzan durante el proceso del compostaje eliminan la mayor parte de las malas hierbas y microorganismos dañinos.
En el caso de la utilización de un compost como sustrato se puede utilizar como base la siguiente mezcla:

Compost                   68.00%
Gallinaza                   14.00%
Arena                        17.53%
Cal dolomítica            0.09%
Roca fosfórica            0.19%
Superfosfato triple      0.19%
Total                       100.00%

Humus: Resulta de los excrementos de lombrices (Eisenia foetida), después de digerir residuos vegetales o excrementos animales fermentados, luego se seca y se pasa a través de un tamiz para obtener una buena textura. Sirve de fertilizante y reemplaza el compost, además ofrece muy buenas características químicas

Cascarilla de arroz: Sustrato orgánico de baja descomposición por su alto contenido de sílice que, además, aumenta la tolerancia de las plantas contra insectos y organismos patógenos. Se debe usar en mezcla y hasta en un 30%, favorece el buen drenaje y la aireación, presenta baja retención de la humedad y baja capilaridad. Para evitar el “enmalezamiento” del semillero, es necesario humedecer previamente la cascarilla para hacer germinar las semillas de arroz y otras plantas que siempre contiene; además, se requiere realizar pruebas previas de germinación de semillas para verificar que no haya presencia de residuos de herbicidas en ella.

Fibra de coco: Su contenido de nitrógeno es bajo y alto el de potasio; contiene cerca de 2 ppm de boro y debe llevarse hasta 0,2 ppm para utilizarlo en hortalizas, que son muy sensibles al exceso de boro. Adecuándolo, es una buena alternativa para países como el nuestro, donde abunda esta planta (especialmente en la Costa Atlántica) y por los altos costos de otros sustratos importados como la turba.

Aserrín: Tiene un pH ácido y puede ser tóxico para algunas plantas según el tipo de árbol del cual provenga; por lo tanto, debe probarse antes de usarlo en cada especie hortícola.

Turba: Las turbas son los sustratos orgánicos naturales de uso más general en horticultura. Es el resultado de la descomposición completa de árboles (especialmente del género Sphagnum) y se produce en países de las zonas templadas como Canadá, Alemania, Finlandia, Suiza, Irlanda, Rusia, etc.) Se encuentran dos tipos de turbas: las poco descompuestas, que son materiales de reacción ácida, pobres en minerales por estar muy lavados, debido a su origen de zonas altas de precipitaciones abundantes, y que conservan parcialmente su estructura y un buen equilibrio entre agua y aire después del riego.  Otras, muy descompuestas, llamadas turbas negras, sin estructura, son con frecuencia muy salinas y presentan menor aireación que las anteriores. Son apropiadas para mezclas con materiales que mejoren sus propiedades deficientes porque no aportan nutrientes, tienen alta capacidad de intercambio de cationes y de retención de humedad y un alto grado de porosidad. Son ácidas (pH entre 3.5 y 4.5), aunque en el mercado se encuentran turbas con pH corregido (5.5 – 6.5) y un contenido de materia orgánica de 95%.

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