CULTIVO
DE TOMATE
Familia: Solanaceae.
Especie: Solanum
lycopersicum Mill.
Planta:
perenne de porte arbustivo que se cultiva como anual. Puede desarrollarse de
forma rastrera, semierecta o erecta. Existen variedades de crecimiento limitado
(determinadas) y otras de crecimiento ilimitado (indeterminadas).
Un
tomate contiene un 95% de agua, 0,3 % de grasas, 1% de proteínas, 0,5% de
celulosa y micronutrientes, como calcio, hierro y fósforo, vitaminas A, B y C.
Este fruto posee apenas 25 calorías por cada 100 gramos. El fruto del tomate es
un magnífico depurador de la sangre y un vigorizante del organismo por su
riqueza en vitaminas y sales minerales. Además, es un laxante natural que ayuda
en los casos de obesidad y de trastornos del hígado. Lo ideal es consumirlo
crudo. Los tomates frescos y maduros se utilizan también para desinflamar los
ojos. Para ello se aplican rodajes en las partes afectadas y se espera que
actúen por algunos minutos. Los médicos aseguran que el tomate es un poderoso
estimulante del apetito. Por ello se recomienda administrarlo diariamente a los
niños que tienen problemas para alimentarse por falta de apetito
Morfología
Raíz: Su
tipo depende del sistema de cultivo, los tomates sembrados en forma directa,
desarrollan un sistema radicular pivotante, profundo y poco ramificado, en
tanto que los trasplantados poseen raíces superficiales y ramificadas.
(Anderlini, 1970).
Tallos: Son
de consistencia herbácea y la planta no se puede sostener por sí sola, siendo
necesario el uso de tutores para lograr el cultivo, particularmente en los
cultivares de habito indeterminado, porque las enanas no necesitan tutores
debido a su crecimiento erecto. (Lobo y Jaramillo, 1993).
Hojas: Son
compuestas, imparimpinadas y usualmente recubiertas de una fina vellosidad. Los
bordes de las hojas son lobulados, en forma alterna con una fitotaxia 2/5.
Existen formas pecioladas y sésiles.
Flores:
Perfectas, pentámeras o hexámeras. Los estambres con número de 5 ó 7, se
encuentran soldados entre sí formando un cono estaminal alrededor del pistilo,
cuyo estigma se encuentra por debajo de la superficie del cono estaminal,
asegurando de esta forma la autopolinización. Las flores se encuentran
agrupadas en inflorescencias de racimo o cimas racimosas, variando su número de
acuerdo con la variedad y la fase de crecimiento en la que se encuentre. Los
cultivares de fruto grande presentan menor número de flores por inflorescencia
que los que producen frutos más pequeños.
En una
misma inflorescencia se encuentran diferentes estados de desarrollo de las
flores; sin abrir en antesis y fecundadas, normalmente abre una o dos flores
por día.
Frutos: Es
una baya de forma y tamaño variable, dependiendo del número de lóbulos carácter
regulado genéticamente.
Semillas:
Ligeramente pubescente y aplanada; el embrión está colocado en espiral,
embebido por el endospermo. Su viabilidad es de tres a cuatro años en
condiciones del trópico. Una buena semilla tiene entre 85 y 95% de germinación.
Generalmente
en el fruto se encuentran entre 100 y 300 semillas, dependiendo del tamaño del
mismo. En un gramo se encuentra entre 300 y 400 semillas.
Fisiología
Los
procesos fisiológicos de crecimiento y desarrollo del tomate dependen del
genotipo y fenotipo. De la siembra a la emergencia transcurren 6 a 12 días y se
requiere una temperatura promedio de 22ºC. para una óptima germinación. De aquí
al trasplante transcurren 20 a 35 días dependiendo del cultivar, técnica
utilizada, el clima y los requerimientos del cultivo. (Trillas, 1992)
La
cosecha se puede obtener a partir de los 70 días en materiales precoces y en
los tardíos a los 100 días después del trasplante. Es necesario guiar y podar
las plantas, para obtener un desarrollo y cuajamiento de frutos uniforme y de
buena calidad.
El tomate
es indiferente a la duración del día y, por lo tanto, florece a debido tiempo
según la edad y desarrollo. La maduración del fruto es mejor cuando la
temperatura oscila entre 18º a 24º C.
Exigencias
climáticas
El
manejo racional de los factores climáticos de forma conjunta es fundamental
para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se encuentran
estrechamente relacionados y la actuación sobre uno de estos incide sobre el
resto.
Temperatura: Es
menos exigente en temperatura que la berenjena y el pimiento. La temperatura
óptima de desarrollo oscila entre 20 y 30 º C durante el día y entre 1 y 17 ºC
durante la noche; temperaturas superiores a los 30-35 ºC afectan la
fructificación, por mal desarrollo de óvulos y al desarrollo de la planta en
general y del sistema radicular en particular. Temperaturas inferiores a 12-15
ºC también originan problemas en el desarrollo de la planta. A temperaturas
superiores a 25 ºC e inferiores a 12 ºC la fecundación es defectuosa o nula.
La
maduración del fruto está muy influida por la temperatura en lo referente tanto
a la precocidad como a la coloración, de forma que valores cercanos a los 10 ºC
así como superiores a los 30 ºC originan tonalidades amarillentas. No obstante,
los valores de temperatura descritos son meramente indicativos, debiendo tener
en cuenta las interacciones de la temperatura con el resto de los parámetros
climáticos.
Humedad: La
humedad relativa óptima oscila entre un 60% y un 80%. Humedades relativas muy
elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades aéreas y el agrietamiento del
fruto y dificultan la fecundación, debido a que el polen se compacta, abortando
parte de las flores. El rajado del fruto igualmente puede tener su origen en un
exceso de humedad edáfica o riego abundante tras un período de estrés hídrico.
También una humedad relativa baja dificulta la fijación del polen al estigma de
la flor.
Agua: Las
necesidades totales de agua para el cultivo del tomate desde el trasplante
hasta 90 y 120 días en campo es de 400 a 600 mm, dependiendo del clima. Los
requerimientos de agua/periodo con la evapotranspiración depende del cultivar y
las diferentes etapas del desarrollo; así durante la etapa inicial 0.4 -0.5 mm
(10 a 15 días), durante la etapa de desarrollo, 0.7 a 0.8mm (20 a 30 días), en
la etapa de mediados de temporada, 1.05 a 1.25 mm (30 a 40 días), en la etapa
de finales de estación 0.8 a 0.9 mm (30 a 40 días) y en la recolección 0.6 a
0.65 mm.
Luminosidad: Valores
reducidos de luminosidad pueden incidir de forma negativa sobre los procesos de
la floración, fecundación, así como el desarrollo vegetativo de la planta. En
los momentos críticos durante el período vegetativo resulta crucial la
interrelación existente entre la temperatura diurna y nocturna y la
luminosidad.
Exigencias
en suelo: La planta de tomate no es muy
exigente en cuanto a suelos, excepto en lo que se refiere al drenaje, aunque
prefiere suelos sueltos de textura silíceo-arcillosa y ricos en materia
orgánica. No obstante, se desarrolla perfectamente en suelos arcillosos
enarenados. En cuanto al pH, los suelos pueden ser desde ligeramente ácidos
hasta ligeramente alcalinos cuando están enarenados. Es la especie cultivada en
invernadero que mejor tolera las condiciones de salinidad tanto del suelo como
del agua de riego.
El
tomate se adapta casi a todo tipo de suelo, siendo los suelos francos y francos
arcillosos los más indicados, ya que poseen una mayor capacidad de retención de
humedad. Las mejores producciones se obtienen en suelos con buen contenido de
materia orgánica. Las pendientes óptimas para el cultivo son del orden del 25%
para que permitan buen drenaje y riego. pH óptimo 5.8 a 6.8. (Lobo y Jaramillo,
1993)
Etapas
fenológicas del tomate
La
fenología del tomate comprende las etapas que forman su ciclo de vida. El
tomate es un cultivo que presenta tres etapas principales de desarrollo. A
dichas etapas se les conoce como fases de desarrollo o fases fenológicas. Los
nombres que reciben las tres etapas o fases son: inicial, vegetativa y reproductiva.
Para cada etapa los requerimientos nutricionales e hídricos son distintos.
La
duración aproximada de cada una de las etapas de desarrollo del tomate es: fase
inicial de 1 a 21 días; fase vegetativa de 22 a 80 días, que incluye el
desarrollo vegetativo (22 a 49 días) y el desarrollo floral (50 a 80 días); y
la fase reproductiva de 81 a 100 días. Se trata de valores meramente
indicativos que se pueden ver modificados por las condiciones climáticas.
Los
días mencionados hacen referencia a los días después del trasplante. La
maduración de tomate también depende del tipo de variedad que se esté
cultivando: precoz (65 a 80 días), intermedia (75 a 90 días) y tardía (85 a 100
días). A continuación se presenta una pequeña descripción de cada una de las
fases fenológicas del tomate.
Fase
inicial
Esta
etapa comienza con la germinación de la semilla. Su característica principal es
que ocurre un rápido aumento de materia seca. Durante esta fase la planta se conoce
como plántula e invierte toda su energía en desarrollar nuevos tejidos de
absorción y fotosíntesis.
Fase
vegetativa
El
aumento de materia seca sigue ocurriendo pero de un manera más lenta. Durante
esta fase la planta requiere mayor cantidad de nutrientes para satisfacer las
necesidades de las hojas y ramas en crecimiento. Cuando ocurre la floración
termina esta etapa.
Fase
reproductiva
Comienza
con la fructificación y sus características principales son que el crecimiento
vegetativo se detiene (en variedades de hábito determinado), porque los frutos
comienzan su desarrollo y absorben la mayoría de los nutrientes que la planta
obtiene.
Escala
extendida BBCH
La
escala BBCH se trata de un sistema de codificación uniforme para la
identificación de las etapas fenológicas que se puede aplicar a todas las
plantas monodicotiledóneas y dicotiledóneas. Dicho sistema es el resultado del
trabajo de algunos organismos de Alemania relacionados con la agricultura. La
escala se basa en el código desarrollado por Zadoks y compañía en 1974. Tiene
como objetivo dar mayor uso a las claves fenológicas.
Para
el caso del tomate la escala BBCH determina las siguientes etapas fenológicas:
0. Germinación, 1. Desarrollo de las hojas (tallo principal), 2. Formación de
brotes laterales, 5. Aparición del órgano floral, 6. Floración, 7. Formación
del fruto, 8. Maduración de frutos y semillas, 9. Senescencia. Todos estos se
conocen como estadios primarios y cada uno se subdivide en varios estadios
secundarios.
Variedades
e híbridos
En el
Ecuador los materiales que tienen mayor demanda son los siguientes: Sheyla,
Capitán, Charleston, Pietro, Fortaleza, Cherry y Chonto. Bajo invernadero, por
ejemplo, dan buenos resultados las variedades fortaleza, fortuna y sheila.
Mientras que en campo abierto se cultivan mejor las especies pietro, sheila y
titán”.
Fortaleza: Es
ideal para invernadero. El fruto crece aún en zonas frías y con baja
luminosidad. Tiene excelente color y firmeza. Crece, principalmente, en los
valles de la Sierra.
Fortuna: Crece
en 8 meses. A los tres meses comienza a producir. Se cultiva bajo invernadero.
El fruto pesa de 240 a 260 gramos. Es resistente y dura hasta un mes en la
percha.
Cherry: El
fruto es del tamaño de una cereza. Necesita mucha luz y crece en clima tropical.
Su área de producción es mínima y su mercado está dirigido a la cocina
gourmet.
Chonto: Es
una variedad de fruto mediano que alcanza un peso de entre 120 y 180 gramos. La
consistencia del tomate chonto es dura y muy resistente a los viajes largos.
Pietro: La
mata es vigorosa, con racimos entre 5 y 7 frutos semiredondos de rojo intenso.
Los frutos de esta variedad pesan entre 230 y 250 gramos. Tiene larga vida en
la percha.
Charleston: Es un
híbrido de larga vida. Los frutos son firmes y tienen un excelente sabor. Se
cosecha 3 meses después del trasplante. Se desarrolla mejor en clima templado
Titán: Su fruto es redondo. Es ideal para el cultivo a campo abierto y bajo invernadero. Los frutos pesan entre 200 y 240 gramos. Son muy firmes y resistentes a la manipulación.
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